En un país en el que una Ministra de Educación ha dicho que ella no ve mal que los alumnos usen los móviles en clase. En un país como España en el que los niños leen tanto como los niños suecos pero luego, misteriosamente cuando dejan de ser niños españoles y se convierten en adultos españoles, dejan para siempre de leer. Mientras que los adultos suecos leen tanto como los niños suecos. Es decir leen un montón. Leen que te cagas. Algunos me dirán que lo que ocurre es que los adultos españoles nunca dejan de ser niños, simplemente se cansan de leer. Pero yo creo que se cansan mucho más de la hipoteca y de trabajar mucho y ganar poco. Del mismo modo en este país se ataca siempre la enseñanza pública y sin embargo nuestros hijos pasan cada vez más tiempo con sus maestros y menos con sus padres. Lo que podría no ser tan malo si tuvieran profesores como los míos. Desde aquí quiero decir que yo nunca hubiera sido escritora si no fuera por la señorita Socorro del
Colegio Nazaret, pero es que nunca hubiera sido persona si no hubiese sido por los profesores maravillosos que tuve a lo largo de los años. Los maestros nos influyen más que nadie. La vida de nuestros hijos y nuestra vida está en sus manos, no estaría mal dedicarles algo, mejor dicho mucho, del reconocimiento injusto que se dedica a esa gente que sale en la tele sin haber hecho nada para merecerlo. Los maestros se lo merecen todo, pueden cambiar la vida de una persona y cambiaron la mía para siempre. Todos necesitamos un maestro y de alguna manera todos lo encontramos. El misterio es por qué todavía no les hemos dado la importancia y la esperanza que llevan dentro.
Eugenia Rico
Foto: Eugenia Rico tras el encuentro de estudiantes "Espadas como labios: ¿de verdad los libros sirven para algo?", en la Fundación Caja Castellón.
4 comments:
En un país donde nombrar la profesión de maestro recibe el 90 por cien de las veces el comentario inmediato de: "¡qué bien vivís, y cuántas vacaciones!" es imposible que un alumno piense que su maestro es alguien digno de escuchar y obedecer. En un país donde la labor del frutero de la esquina, con todo mi respeto hacia los fruteros, tiene más consideración social, el más lerdo se siente con fuerzas para cuestionar el trabajo del más merecido premio Nobel. Lo siento Eugenia, estoy de bajón, y parezco muy pesimista. No obstante, me gustó tu enfoque, y te he copiado la estructura para contestar. Un beso y hasta pronto.
yo nunca hubiera sido la que soy si no hubiera sido por don Juan, mi tutor y profesor de Lengua y de Literatura desde 4º hasta 6º de EGB :)
he pensado muchas veces en él a lo largo de la vida (quien tuvo un buen maestro/a tuvo un tesoro que siempre conserva).
pensé, sobre todo, que si algún día publicaba un libro se lo dedicaría a él. Bueno, de esto no tengo ninguna duda.
Salu2 :)
Gracias por el comentario de apoyo.
Hasta cuando no puede incluirse en el apartado de los buenos recuerdos.
Por un maestro que trataba por igual a los que estudiaban que a los que no, que castigaba a todos por falta de trabajo de unos... decidí cambiar mi vida a los diez años. Por entonces, el cura del pueblo pretendía llevarme al seminario. Yo les decía a mis padres que "ni loco". Pero el día de mi cumpleaños, cuando varios chicos jugábamos en la plaza, un fraile nos invitó a ir internos a un colegio. De camino a casa pensé que era la ocasión de cambiar algo que me disgustaba; cuando llegué tenía la decisión tomada. Informé a mi madre del encuentro con el fraile, de mi decisión y de lo que había que hacer. Me admitieron en el colegio y allí pasé seis cursos, hasta que a los 16 se hizo evidente que la vocación apuntaba en otra dirección. Los frailes eran holandeses, y con el tiempo supimos que aquel colegio era distinto de los demás. Resulta imposible olvidar el colegio, a los frailes y a los/as profesores/as laicos/as.
Más tarde devine en esta "categoría" que ahora se denomina docente.
No lo recordarás.
Una velada de fin de primavera en la terraza de un restaurante en Valladolid, una joven, para nosotros desconocida, nos tenía embelesados contando historias de países lejanos, Chiapas, África, quizá la India...
La muerte blanca era una publicación reciente, nosotros acabábamos de leer una entrevista en la revista Muface, y sin saberlo...
Los primeros libros nos embelesaron como aquella velada.
Después, la hipoteca, el trabajo, nos dejaron sin fuerzas para leer todos tus escritos.
Pero seguimos, seguiremos, pendientes de tu peripecia y soñando con otros mundos.
He llegado hasta aquí por azar, una vez más. Por azar encontré a Blas L-A, conocido desde la niñez, en su blog a Pedro de Paz, y en el de éste una foto en la que parecíais domeñar el arte del sonido más que el de las palabras.
Guardaremos también estos recuerdos en un rincón perdurable.
Anselmo y Mercedes.
Gracias por el comentario de apoyo.
Hasta cuando no puede incluirse en el apartado de los buenos recuerdos.
Por un maestro que trataba por igual a los que estudiaban que a los que no, que castigaba a todos por falta de trabajo de unos... decidí cambiar mi vida a los diez años. Por entonces, el cura del pueblo pretendía llevarme al seminario. Yo les decía a mis padres que "ni loco". Pero el día de mi cumpleaños, cuando varios chicos jugábamos en la plaza, un fraile nos invitó a ir internos a un colegio. De camino a casa pensé que era la ocasión de cambiar algo que me disgustaba; cuando llegué tenía la decisión tomada. Informé a mi madre del encuentro con el fraile, de mi decisión y de lo que había que hacer. Me admitieron en el colegio y allí pasé seis cursos, hasta que a los 16 se hizo evidente que la vocación apuntaba en otra dirección. Los frailes eran holandeses, y con el tiempo supimos que aquel colegio era distinto de los demás. Resulta imposible olvidar el colegio, a los frailes y a los/as profesores/as laicos/as.
Más tarde devine en esta "categoría" que ahora se denomina docente.
No lo recordarás.
Una velada de fin de primavera en la terraza de un restaurante en Valladolid, una joven, para nosotros desconocida, nos tenía embelesados contando historias de países lejanos, Chiapas, África, quizá la India...
La muerte blanca era una publicación reciente, nosotros acabábamos de leer una entrevista en la revista Muface, y sin saberlo...
Los primeros libros nos embelesaron como aquella velada.
Después, la hipoteca, el trabajo, nos dejaron sin fuerzas para leer todos tus escritos.
Pero seguimos, seguiremos, pendientes de tu peripecia y soñando con otros mundos.
He llegado hasta aquí por azar, una vez más. Por azar encontré a Blas L-A, conocido desde la niñez, en su blog a Pedro de Paz, y en el de éste una foto en la que parecíais domeñar el arte del sonido más que el de las palabras.
Guardaremos también estos recuerdos en un rincón perdurable.
Anselmo y Mercedes.
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