Voy a dar una buena noticia porque no todo está en crisis ni todo se hunde. Más bien al contrario, por doquier surgen milagros inesperados. Ocurre que los desastres ocupan más páginas en la prensa que los millones de pequeñas grandes cosas de la vida. Mientras se habla del fin del libro y de la crisis de la novela, al mismo tiempo que se cierran editoriales y se clausuran empresas, una pequeña aldea de la palabra resiste todavía al invasor. Acaba de nacer Nocturna, una pequeña editorial para los exquisitos. Nace con tres títulos para paladares gourmets: Hijas de la ira de Juana Salabert, Diario de un viaje a Rusia de Lewis Carroll y Recuerdos recobrados de Kiki de Montparnasse. Y con unos libros elegantes repletos de amor por el papel. A los descreídos que ya celebran la llegada del libro electrónico les desafío a llevarse a casa uno de estos libros. El papel es sensual y el libro casi un objeto erótico, el mejor regalo que uno puede hacer sobre todo a sí mismo. Hijas de la ira de Juana Salabert se ha convertido en un clásico contemporáneo que ha rescatado la niñez que la guerra y ha novelado el dolor y la esperanza de una generación y la historia de un país. Nocturna sale a la luz del día para revelar los secretos más bellos, los que guarda la noche y la buena literatura.
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