No quiero que me culpen por querer ser como Ezra Pound, que pasaba aquí seis meses al año; ni como Wagner, que escogió morir a orillas del Gran Canal. Tendré que conformarme con compartir la suerte de la Confrérie du Sabre d'Or, que esta noche de verano y de tormenta en la laguna nombra caballeros a quienes abran con un sólo golpe de sable una botella de champán francés. Yo lo he conseguido, así que no es tan difícil. No tanto como lograr en Venissa, el viñedo-restaurante de Gianluca Bisol, rey del prosecco, donar y revivir el vino del siglo XIV que bebían los Doges. El mundo piensa que Venecia es un lugar para venir con quien se está enamorado y lo cierto es que aquí todos se enamoran, pero de Venissa.
3 comments:
me gusta la foto de abajo, la sonrisa, el gesto
Gracias por estos fragmentos que vas mostrándonos poco a poco que de otro modo no podríamos leer. Esperamos los próximos ya con impaciencia. Un saludo desde el Sur.
I enjoyed reading your ppost
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