EL MUNDO ES UN LIBRO QUE AÚN NO HEMOS LEÍDO

MI LIBERTAD NO TIENE PRECIO: TIENE TU NOMBRE

POETA ES AQUEL QUE SE COMPORTA IGUAL ANTE UN REY QUE ANTE UN MENDIGO

TODO ES LITERATURA; DEPENDE DE COMO TE LO CUENTEN

LA MENTE ES COMO UN PARACAIDAS, SÓLO SIRVE SI SE ABRE

Sunday 25 September 2011

Contra el verano. Dígame


Cada noche llamo a la información telefónica para oír una voz que finja que se alegra al contestarme.

- Dígame.

Y cada noche les pido tu nombre.

- Eulalia Gálvez.

- Ese abonado no figura.

Yo quisiera no tener memoria como la Telefónica y que las cosas que ya no son nunca hayan sido.

Los seres humanos somos mucho más imperfectos que los ordenadores, queremos que lo que fue una vez sea para siempre. Al menos así somos los seres humanos de modelo antiguo, los de la serie 1950.

Pero los seres humanos de serie antigua nos parecemos a los ordenadores. Los nombres de los seres queridos no se borran de una vez como si los hubiéramos escrito en una pizarra, simplemente se ocultan en otra parte del disco duro.

La encantadora señorita que me responde cada noche no sabe que está salvando una vida. La encantadora señorita que me responde es joven y, como todos los jóvenes, piensa que lo será siempre.Yo tengo la libertad de no ser joven por eso cada noche espero que una señorita me diga:

- Eulalia Gálvez, por supuesto,  la conozco, somos muy amigas. -Entonces sabré que también ella, como tú, ha tenido piedad de mí y, puesto que ha pasado por encima de su deber, yo pasaré por encima de mi vergüenza y le contaré tu historia.

Ellos me dejaron solo con la débil esperanza de que al volver de vacaciones ya no estuviera. Comida en la nevera, palmada en el hombro y  teléfono en el salón. Como un niño con un único juguete.Debería haberme muerto, pero llame a la información telefónica y escuche tu voz.  Me aprendí las horas y los días de tu turno. Y, aunque a veces tenía que repetir la llamada dos y tres veces para oírte, las líneas fueron más clementes que mis hijos. Te escuchaba todos los días.

Preguntaba todos los números el de los bomberos y el del teléfono  de la esperanza. Y una noche sucedió. Me preguntaste porqué seguía llamando, y  te conté mi vida. Una vida como la mía se cuenta en poco tiempo. No te conté lo  hecho, sino más bien lo que dejé de hacer.

No sé por qué seguiste escuchándome, no sé cómo establecimos un código para hablarnos cada día. Sólo después de mucho tiempo me diste tu nombre, Eulalia, y un apellido que tal vez no fuera tuyo, Gálvez.

Me enamoré de ti, Eulalia Gálvez, sin saber si eras rubia o morena, porque a mi edad esas cosas ya no tienen importancia. Nunca supe si estabas casada. Sabía por tu voz que no estabas enamorada. Te imaginé joven y bonita, porque para mí eras así. Nunca te pregunté nada, me contaste lo que quisiste.  Tú en cambio me hacías muchas preguntas y eso era lo que más me gustaba, que alguien me hiciera todavía preguntas, como si importaran las respuestas.

Los ricos van a eso que llaman psicoanálisis. Los pobres llamamos a la información telefónica por no llamar al Teléfono de la Esperanza, que es como reconocer que no la tienes. Todos necesitamos que alguien nos escuche y tú no sólo me escuchabas, sino que me dabas una razón para vivir y para jugar a la Primitiva.Llegaste cuando ya no creía en la felicidad y me la diste sólo para que conociera la desesperación. Sólo los jóvenes se desesperan, porque sólo los jóvenes esperan. Para ser  desgracia¬do de veras, es preciso haber sido al menos un poco feliz. Tú me hiciste feliz.

Un día conseguí el teléfono de tu casa, y pareció que todo aquello estaba ocurriendo de verdad. Pero desapareciste. Tu teléfono sonaba con el ritmo tranquilo de los aparatos desenchufados. Muchas voces me decían dígame, pero ninguna era la tuya. Tardé mucho en perder la esperanza de volverte a encontrar y de hecho no la he perdido. Cada noche llamo a la información telefónica para encontrarte, a ti o a otra como tú, y mientras, consigo ganarle los días al verano. Puede que cuando mis hijos vuelvan de la costa yo todavía siga aquí.

Dicen que van a sustituir a las señoritas de la información telefónica por un ordenador. Debe de ser muy difícil enamorarse de un ordenador. Muy difícil, pero no imposible.


Publicado originalmente en ClubLiteratura de ClubCultura, el 3 de agosto de 2009.

1 comment:

ivan said...

Enhorabuena por el blog, es muy interesante.

Espero que te guste el mío:

http://blogdelmaestroim.blogspot.com/

Un abrazo